15 de octubre de 2007

Héroes del Silencio Repiten en Casa...



Hasta la capital aragonesa se trasladaron miles de personas procedentes de todas las comunidades autónomas. Compartían espera gente de Badajoz, Santiago de Compostela o Murcia, que habían recorrido hasta 800 km para ver el regreso de Héroes del Silencio y que aparecieron por el recinto unas 30 horas antes del comienzo del show. Y puntuales, a las 21 horas, las luces se apagan, suena Song to the Siren como intro, y los primeros acordes de El Estanque entre proyecciones y pantallas móviles.

El repertorio fue muy similar al del día 10. Salieron Flor venenosa y Bendecida y en su lugar entraron Agosto y Fuente Esperanza. Llega el set del escenario secundario, la batería que emerge del suelo, el paseo de los músicos, los aplausos hacia los componentes (Juan se llevó los de mayor intensidad) y el guiño a La Mala Hora de Radio Futura.

Y de repente, Enrique se apoya en el hombro de Valdivia. Se miran, asienten, termina la canción y Bunbury pide 5 minutos de descanso para recuperar la voz. La fiebre, con la que ya actuó el miércoles, le estaba dejando sin fuerzas. Los cinco componentes abandonan el escenario por la pasarela entre aplausos de apoyo del público y de los propios compañeros. ¿Volverán a salir? ¿Cómo estará Bunbury? ¿Aguantarán todo el concierto? Las preguntas se sucedían en una espera que pasó volando. Cinco minutos después Enrique despeja las dudas. “Sólo fue un momento… ¿por dónde íbamos?”

Y empiezan Apuesta por el rock’n’roll de Más Birras, y el público se vuelca en No más lágrimas, dando palmas al ritmo de la letra, y Pedro Andreu tira baquetas a los seguidores, y Juan Valdivia reparte púas a dedo, pasándoselas al de seguridad y señalando a quién va dirigida. Todas las gradas están en pie, excepto el palco de autoridades, que son más serios y menos fans. Por ahí vemos a componentes de Skizoo, La Fuga, Pau Donés o Raúl Gonzalez, el jugador del Real Madrid. El cansancio de Enrique no trasciende, saca el ventolín o similar entre canción y canción, por aquello de que aguante la voz y sigue manejando el show con una maestría absoluta.



En el escenario hay monitores con las letras –¡y acordes!- de las canciones. Pero Enrique se mueve tanto que cuando llega Maldito Duende, la pantalla le queda muy lejos y trastoca la letra. Los coros y el público suplen el pequeño despiste. El fuego en Avalancha tiene mucho más poderío en este concierto que en el anterior, con seis puntos en el escenario principal que se encienden en el estribillo y que ponen fin al concierto.

En el primer bis cantan Oración, Tumbas de Sal y La Chispa Adecuada, con La Romareda iluminada solo por los móviles, cámaras y mecheros del público. Vuelven a desaparecer, y el público corea insitente “héroes, héroes” o “de La Romareda no nos moverán”. Y nadie se movió hasta que Héroes del Silencio regresaron al escenario para dar las gracias por la comprensión y el apoyo. Después de Tesoro una niña salta al escenario desde el público. Bunbury le abraza, le da un beso y comienza Malas Intenciones. Por último, y tal y como han ido haciendo a lo largo de toda la gira, suena En los brazos de la fiebre, Enrique coge el foco, ilumina al público y se despide agradecido. Esta vez sí. El segundo concierto de Héroes del Silencio en España es de los que no se borran jamás.

No hay comentarios: